EL ORIGEN DE LA GUERRA
Un lugar solitario al pie de los muros de Troya.
Entran por distintos lados MENELAO y ELENA.
-¡Detente!-¿Quién eres?
-¿No me reconoces?
-No. Y quítate del paso. Me aguardan mis camaradas.
El combate se ha reanudado alrededor del cadáver de
Patroclo.
-Soy Elena, tu mujer. Ahora me llaman Elena de
Troya.
-Troya, Troya. Hace diez años que la sitiamos.
-Porque hace diez años Paris me raptó y me trajo
aquí. ¿No recuerdas?
-Pero hoy tomaremos la ciudad.
-Te diré, jamás me acosté con Paris. Con otros
puede ser. Pero jamás con Paris. Estoy pura ante tus ojos
-¿Oyes? Ese que gritó es Aquiles. La muerte de
Patroclo le sacudió la modorra. ¡Y yo aquí perdiendo el tiempo!
-La familia de Paris no desperdiciaba oportunidad
para humillarme. La madre nunca me dirigió la palabra. Y las hermanas para qué
contarte. Odiosas como todas las cuñadas.
-Nuestras fuerzas se han concentrado en un punto
estratégico. La tierra se estremece bajo los carros lanzados a la carrera. El
bosque de lanzas hace oscurecer la luz del sol alrededor delas murallas.
¡Sublime espectáculo!
-El único amable conmigo ha sido Héctor.
-¿Héctor? Ese es otro que tiene las horas contadas.
Mató a Patroclo y Aquiles se la juró.
-Pero yo me di mi lugar. Cuando comenzó el sitio
de Troya me encerraron en mi dormitorio. Ahora, aprovechando la
confusión, pude escapar.
-Nadie escapará. Troya está irremisiblemente perdida. Tenemos veinte mil
soldados, trescientos carros de asalto y, por si fuera poco, tenemos el caballo
de Troya.
-Pude escapar y aquí estoy. Ya no necesitas seguir combatiendo.
-¿Qué dice esta insensata? Debemos vengar la muerte de Patroclo.
-Qué te importa Patroclo. Es asunto de Aquiles. La guerra se hace
por mí. ¿No te acuerdas? Paris me raptó y entonces tú...
-¿Yo? ¿Qué tiene que ver conmigo toda esa historia de Paris y de
tu rapto?
-Cómo, qué tiene que ver. Soy Elena.
-¿O te enviaron los troyanos para que me distraigas con tu
cháchara?
-¡Soy tu esposa!
-Basta de cacareos. Debo ir a combatir.
-Combates para rescatarme. Y aquí me tienes. Se terminó la
guerra.
-Esta mujer se ha vuelto loca. Miren si una guerra que ya dura
diez años la vamos a hacer por una muñequita como tú.
-Y entonces. ¿Por qué la hacen, puedes decirme?
-¿Por qué? Ya no me acuerdo. Tampoco interesa. Una vez comenzada,
la guerra se justifica por sí misma. No hay que buscarle excusas.
-Pues bien, te lo diré yo. Cuando Paris me raptó..
.-Y dale con Paris. Paris está muerto.
-¿Muerto? Vaya, y era hermoso ese babieca.
¡Paris está muerto pero yo
estoy viva!
-Suéltame.
-No te soltaré.
-No dejaré que te maten como a Patroclo.
-¡Suéltame, te digo! Mis camaradas me esperan.
-Yo te esperé diez años.
-¿Quieres convertirme en un desertor?
-¿Y tú a mí en una pobre viuda?
-¡Apártate!-¡Abrázame, Menelao!
-¡Déjame pasar!
-¡Bésame!
Los dos gritan y forcejean rabiosamente. Hasta que él la mata de un
lanzazo. ELENA cae con una gran mímica teatral. MENELAO salta por encima del
cuerpo de ELENA y, antes de salir, se detiene, mira el cadáver.
-Me parece haber visto esa cara, alguna vez, hace ya mucho
tiempo. Pero ya no recuerdo. ¿Elena? ¿Quién podrá ser esta Elena? Quizás
alguna espía troyana. Por algo se llamaba Elena de Troya. Hice bien
en matarla. Se va blandiendo la lanza. Y en tanto el ruido de las
armas crece, en tanto el cielo arde con el fuego de los incendios y las
murallas vacilan y las torres se hunden, ELENA duerme plácidamente boca
arriba.
[Marco Denevi en: Falsificaciones]
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